Nos levantamos a las siete y media para desayunar en la pensión y luego ir a Fisterra (Finisterre) y Muxía en la Costa do Morte, la dueña de la pensión, Mª Carmen, nos había aconsejado el día anterior que lo hiciésemos con un viaje organizado que nos saldría más a cuenta que en autobús y así lo hicimos. Nos fue genial porque al final fuimos nosotros solos con Eva, la guía, ella es de Santiago. Nos llevó por la ruta prevista y nos fue dando todo tipo de explicaciones y contando cosas y anécdotas muy interesantes.
Empezamos en Muros, un pueblo pesquero que todavía conserva sus callecitas super estrechas de antaño, paramos luego en Puente Maceiras para ver el puente románico y unos antiguos molinos de agua, seguimos hasta Carmota donde nos enseñó el hórreo más grande de Galicia, nos explicó que cuanto más grande era más alto era el status del propietario ya que tenía más para almacenar, como en el caso de los Pazos (palacios o palacetes) o la iglesia en la época en que cobraba los diezmos, unido a los hórreos también tenían los palomares de los que todavía se pueden ver algunos.Más tarde pasamos por Cee y Corcubión, luego fuimos a ver las cataratas de Ézaro (Fervenza de Ëzaro) que se forman con la desembocadura del río Xallas, son expectaculares. Desde la carretera íbamos viendo el monte de O Pindo, una gran formación rocosa en la que hay muchos senderos.
La carretera iba recorriendo la costa con un paisaje increíble de bonito, los bosques llegan a pie de mar y con el día soleado que hacía el mar tenía un color azul precioso. Seguimos hasta Fisterra y el faro donde resulta curiosa la sensación de adentrarte en el mar sobre un trozo de tierra y verlo a los lados, luego fuimos al pueblo que no nos gustó mucho ya que son edificaciones nuevas y no conserva apenas nada de antaño, allí comimos.
Por la tarde fuimos a Muxía, es un lugar encantador, tiene algo especial, hay un gran monumento dedicado a los voluntarios del desastre del Prestige, nos contaba Eva que debido a la gran circulación de barcos por esa zona ha habido varios desastres ecológicos importantes, parece mentira que ahora se vuelva a ver todo impecable.
De vuelta a Santiago fuimos a visitar a la catedral y al apóstol y esperamos a las 7:30 que volaron el botafumeiro, es muy curioso de ver. Estuvimos por el casco antiguo comprando algún recuerdo, a medida que avanzaba la tarde la zona se iba ambientando cada vez más
y los bares, tascas, restaurantes se iban llenando de gente, la tuna también estaba por allí. Nos encontramos con los amigos de Granada con los que estuvimos por allí un rato escuchando a unos tenores en una de las callecitas, luego nos hicimos una foto de recuerdo y nos despedimos.
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